domingo, 28 de abril de 2013

cogí un atajo y me perdí.

Mamá! Mamá! me perdí.
Me perdí en las calles de Madrid.
Vagando por Tirso de Molina,
no fue apropósito. Solo
andaba en busca de aires más livianos,
unas cuantas copas en el sistema,
y un buen rato.
O quizás fue aquel verano en Boston,
donde la soledad se hizo
mi abrigo y decidí 
finalmente, quitarme ese amor
que me sacaba de quicio,
pues ya no aguantaba más el vicio
de querer y no ser querida.
Me perdí, no se cuando,
pero lo hice.
Y aunque me lo avisaste desde temprano,
me perdí en los miles de buenos ratos
a los cuales me comprometí
por caprichos de chamaquita.
Mamá, me perdí.
Y aunque siempre me dijiste
que el amor esta aquí,
en la familia, busque en mis afueras,
lo que no tenía que estar buscando. 
Y me perdí.
Mis piernas, que alguna vez 
caminaban por Tirso de Molina,
pedalearon por Boston,
y se abrieron entre tanto mal mozo,
cogí el atajo más corto,
no supe diferenciar cual era mi propósito
y
mamá,
me perdí. 

No hay comentarios: